Fundación Zabaleta

En el caso de Zabaleta no es fácil trazar esta división, ya que sus etapas no están claramente marcadas, no hay cortes bruscos ni separaciones, sino transición y búsquedas de nuevas formas de expresión. No obstante, tradicionalmente se han distinguido:

1ª Etapa: Periodo formativo

Coincide con sus años de estancia en Madrid y se extiende hasta el año 1.932 fecha que señala el final de su carrera. Son escasos los óleos que se conservan de este periodo, posiblemente destruidos por él mismo. Son realizaciones poco definidas, trabajos de estudio y aprendizaje, de matiz académico, sin más valor que el del puro ejercicio.

2ª Etapa: Hacía la definición de su lenguaje artístico.

De 1.932 a 1.941. Son años de reflexión y de búsqueda de su propia estética.

Esta etapa está caracterizada por el eclecticismo y por la pluralidad compositiva influenciada por los maestros de la vanguardia europea, sin destacar todavía los hallazgos personales.

La temática es muy variada, siendo notorias las escenas circenses, de influencia picasiana, y paisajes imaginativos y exóticos.

3ª Etapa: Expresionismo sombrío o periodo de la definición de una estética

Cronológicamente coincide con el cuarto decenio, aunque se puede concretar más al finalizarlo en torno a 1.949.

Se va definiendo su formulación temática y un lenguaje propio, pero sin producirse un cambio radical con el periodo anterior, es más bien un cambio paulatino.

La obra de Zabaleta adopta tonos sombríos, figuras herméticas, gestos hoscos. La novedad temática es la incorporación de los temas campesinos (la tierra con sus labriegos y sus hombres), urbanísticos (reducidos al ámbito local) y los espacios intimistas (representados en escenas de interiores).

Se trata de una obra recia y fuerte, sin audacias en el color, formas volumétricas bien cuidadas, tonos moderados y disposición equilibrada.

4º Etapa: Expresionismo rutilante o periodo de sus grandes conquistas

Corresponde a la década de los años cincuenta. Se caracteriza por acentuar la intensidad del color y buscar la simplificación de las formas.

Las composiciones se ajustan a esquemas geométricos, se incrementa la fuerza cromática hacía el fauvismo, se aleja del sistema perspectivo tridimensional, disminuyendo la profundidad espacial de sus cuadros.

Aparecen las iluminaciones artificiales que caracterizan sus nocturnos, las figuras adquieren rigidez y frontalidad, agudizando el hieratismo y la atemporalidad y las formas se hacen simples, definidas y estilizadas.

El repertorio temático se amplía con matarifes, escenas de playa, faunas, pájaros, desnudos nocturnales, formas antropomorfas y composiciones lineales de pura geometría y rigor abstraccionista.

Entresacado de los libros: “La pintura de Zabaleta” de María Guzmán y de “R Zabaleta” de Cesáreo Rodríguez Aguilera.